La cosecha inesperada

Yo compré una calabaza, cuando la partí y vi las semillas, tomé algunas.  Las miré y las coloqué en una maceta que tenía olvidada y que estaba llena de tierra. Me olvidé del asunto hasta que unos días después, no sé cuántos, había unos brotes pequeños. Estos siguieron creciendo y son una planta hermosa que encontrará su camino. Si recuerdo bien las calabazas no se siembran en macetas sino más bien en el suelo de la tierra.

Las semillas y sus brotes me hicieron pensar mucho en las palabras : “cosecha”, y “tierra fértil”. Pensé que la cosecha no es el fin, sino que en nuestro caminar en espiral hay muchas cosechas y muchas tierras desechadas al ser yermas, pero que son un espacio de sorpresas. Coseché la calabaza que otre sembró y coseché sus semillas.  Abrí la tierra contenida en una maceta y coloqué las semillas. Me sumí en un olvido, y coseché plantas de calabaza.  Quizás para algunes la planta no es cosecha. A lo mejor mi planta no de calabazas pero eso no quiere decir que no he  cosechado desde que partí la calabaza madre.

Hay una parábola de Jesús que es muy extraña para mi, es conocida como la parábola del sembrador. Se dice que un buen hombre salió a sembrar.  Lo interesante, es que no parecía un sembrador muy experto pues echaba las semillas, por aquí y por allá. Cuenta la parábola que sólo las semillas que cayeron en buena tierra dieron frutos, es decir, cosecha. ¿Pero qué es la tierra buena y si torcemos la mirada?. Volvamos a las otras semillas. Unas fueron comidas por los pájaros y no se perdieron porque los alimentaron. Y quizás los pájaros eliminaron algunas semillas muy lejos y germinaron en tierras lejanas.  Las que cayeron entre pedregales se convirtieron en tierra y abono, surgiendo una posibilidad para aquellas plantas que pueden nacer entre las piedras.  Las que cayeron entre espinos, nutrieron sus suelos. Los espinos son plantas fundamentales de las zonas áridas vitales para la vida de muchos animales. Entonces, la cosecha no viene siempre como esperamos, ni es el final, sino una hermosa espiral de un ciclo continuo, entre la vida y la muerte. Les sembradores son quien menos esperamos, la tierra fértil es muchas veces aquellos que es desechado

Una de nuestras grandes tradiciones presentes en lo que hoy llamamos las Américas es decir  Abiayala y la Isla de la Tortuga[i] , viene de la yoruba[ii] civilización milenaria del este de África, que creó un reino entre las tierras de Benín, Togo y Nigeria. Como parte de sus contribuciones a lo que es hoy la cultura de este hemisferio y sus islas, los yoruba, trajeron sus historias sagradas. Preservadas por la tradición oral, conocemos algunas de estas historias con el nombre de patakki. El patakkí es un cuerpo de narrativas bastante extenso, que, al igual que las parábolas, tienen una enseñanza.

Cuenta un patakki que Oludumare, cabeza de todos les orishas[iii] ,  les otrogó diversos regalos. En  una bolsa negra para contener lo otorgado colocó unas piedras de oro, la concha de un caracol llena de arena, una gallina, un gato negro, una semilla de una palmera y unas barras de metal. Les orishas no encontraron qué hacer con esos presentes y se los dieron a Obatalá . Obatalá cuyos caminos y expresiones son no binaries se expresa como Oshumare ni hombre o mujer, sino más bien la expresión de un arcoíris, Y es precisamente Obatalá quien vió la utililidad de cada uno de los regalos de Olodumare. Asi forma la tierra. Cuando tomó en sus manos la semilla, bajó a la tierra recién creada y sobre la colina más alta del mundo, Ifé[iv] ,  lanzó la semilla sobre la tierra. Esa semilla reventó en muchas más, que dieron todas las plantas que hoy conocemos.

Obatalá tomó lo que les otres despreciaron. La historia dice que de una semilla salieron otras tantas. ¡A saber en dónde cayeron! Quizás como dice la parábola de Jesús unas cayeron en tierra no fértil, pero de cada una de ellas salieron los frutos básicos de la cultura yoruba.

Las personas que fueron esclavizadas desde África, traídas en el comercio cruel de la Trata Transatlántica, no llegaron con las manos vacías.  Entre sus cabellos, entre sus escasos vestidos, en medio del terror trajeron semillas. Y esas semillas dieron los frutos que son los ingredientes de mucha de nuestra culinaria en toda Abiayala y la Isla de la Tortuga . Ingredientes como el arroz, la batata[v] , el coco, el guimbombó[vi], el café, el tamarindo, entre muchos otros, vieron de manera poco usual su camino en nuestras Matrias.  Y de las manos de aquelles proclamades como no humanos salieron nuevas recetas, platos que aún nos sostienen y que sacuden nuestro imaginario con olores y sabores; que son producto de una mezcla hibrida e impura. Nuestro imaginario es semillero de otros mundos, de las semillas que cayeron en cualquier lugar, tierra no fértil, lugares inesperados.

¿Cuándo fue la cosecha? Es un proceso en espiral, lleno de lágrimas y alegrías. Hemos ido cosechado a lo largo de diferentes trechos, y aún esa cosecha no concluye. Esa es providencia de una Divinidad cuir que continuamente lanza la semilla desde nuestras montañas sagradas. Les cosechadores deben vivir abiertes a las sorpresas que darán las cosechas hechas y en devenir.  La cosecha no es un producto final es la esperanza de un ciclo interminable de posibilidades, una espiral cuir.

Notas:

[i] Abiayala  es la forma correcta para Abya Yala, tierra en plena madurez o tierra de sangre vital es la manera en que los pueblos Gunadule llaman al territorio que ocupan (gran parte del istmo panameño y una parte de Colombia.   La Isla de la Tortuga (Mankinaak)  es la manera en que los pueblos algonquin/ iroquies nombran a su territorio ubicado en parte de lo que es hoy Norteamérica. El concepto Abiayala (Abya Yala) es un concepto que ha sido utilizado y apropiado por feministas comunitarias y mestizas  para referirse a todo el continente americano.

[ii] Actualmente la mayoría de los yoruba vive en el suroeste de Nigeria sin embargo hay una diáspora yoruba significativa en  Brasil, Colombia, Ecuador, Cuba, Puerto Rico, Carolina del Norte (Estados Unidos), República Dominicana, Trinidad y Tobago, México, Venezuela, Panamá, Honduras y Uruguay.

[iii] En la religión Yoruba original no había dioses ni santos sino  orishas (señores/señoras ancestrales),

seres sagrados y divinos, que ayudaban a escoger los caminos adecuados.

[iv]  Ifé es la tierra mítica de los yoruba, lugar de origen de la humanidad.

[v] También conocida como patata dulce, boniato, camote

[vi] También conocido como ocra, candia.

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